Daisy Garnica, de 19 años, estudiante de Santa Rosa Junior College, regresó a su vecindario de Coffey Park a las 10 a.m. el pasado 10 de octubre, después de evacuar un día antes y encontró su casa en cenizas.
El incendio de Tubbs destruyó su casa durante la madrugada del 9 de octubre. Al igual que muchos residentes de Coffey Park, la familia de Garnica se despertó con el caos y la conmoción.
“Nadie nos advirtió. Los vecinos fueron los que advirtieron a todos. La gente gritaba que teníamos que irnos rápidamente porque el fuego venía a mi casa,” dijo Garnica.
Garnica vivía con su hermana, sus padres, sus dos perros y sus dos pájaros. Todos evacuaron de forma segura alrededor de las 2 a.m.
“Fue una locura,” dijo ella. “La gente corría por la calle cortándose el uno al otro, gritando y llorando. Fue una pesadilla. Me temblaba las pierna y mi hermana estaba gritando y llorando en el automóvil.”
Cuando su casa comenzó a arder desde el patio trasero, el padre de Garnica se quedó otras dos horas tratando de apagar el fuego.
“Pero se dio por vencido cuando el fuego comenzó a venir desde el frente de mi casa,” dijo Garnica.
Garnica ahora vive con parientes, compartiendo habitación con su hermana de 17 años.
Antes del incendio, Garnica sufría de depresión y ansiedad. Al salir de la casa, su familia solo tuvo tiempo de llevar documentos importantes y mochilas. Perdió todo, incluso libros, su computadora, fotos y todos los recuerdos de su infancia.
Ella también perdió la medicina que toma para controlar su depresión y ansiedad.
“Me enojé con el mundo, y comencé a llorar y me volví loca porque dejé mi medicamento que necesito para funcionar. Si pierdo un día, puedo ponerme en pensamientos suicidas,” dijo Garnica.
Le llevó dos días en obtener nuevo medicamento.
A pesar de que perdió todo, Garnica ha aprendido a no dar nada por hecho.
“Aprecia todo lo que tienes,” dijo ella. “En solo un par de minutos, todo lo que tienes puede desaparecer.”